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El Blog de la Hiperactividad

Expertos denuncian la tendencia a banalizar la enfermedad

Expertos denuncian la tendencia a banalizar la enfermedad

Sentarse en primera fila o borrar la pizarra ayuda a los hiperactivos

 

Constantes llamadas de atención, tutorías, y expulsiones e infinidad de invitaciones a cambiar de centro. Cuando el hijo de José Luís cumplió los seis años, comenzó el calvario para sus padres, cuenta José Luis Fernández Gómez, presidente de la Asociación de Familiares de niños hiperactivos de Cádiz, (Afhip) y padre de un niño de 14 años con TDAH,  (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

Se mueve en exceso, se revuelve en el asiento, parece que no escucha cuando le hablas, pierde continuamente el material, se adelanta a contestar antes de que termines la pregunta y no juega con un solo juguete, sino con todos. Para el presidente de Afhip, “el cerebro de estos niños es como una orquesta donde el director está dormido y cada músico toca a su bola”. “El padre como terapeuta de sus hijos es el primero en observar que ocurren cosas que no son normales”, explica José Luís, pero “es cuando llegan al colegio cuando empiezan las protestas y se confirma que existe un problema real”, aclara Ana Díaz Suárez, presidenta de la Asociación de Niños Hiperactivos de Asturias, (Anhipa).

Hiperactivos en clase
Las familias de estos jóvenes critican la falta de preparación de algunos profesores para tratar con niños con TDAH, que por falta de conocimiento, en algunos casos, se confunde con mala educación y desobediencia. “Es un problema cerebral, no de falta de educación”, critica Carmen Yruela Arce, presidenta de Acampadah, la Asociación Cántabra de Padres de Ayuda al Déficit de Atención con y/o Hiperactividad. Para Carmen Yruela, en España se comete el error de intentar tratar de la misma manera a estos alumnos, cuando lo que necesitan es un trato muy distinto. “A nadie se le ocurriría obligar a subir una escalera a un niño en silla de ruedas, pero al niño hiperactivo no se le quiere poner rampas”, denuncia.

Sencillas tareas como borrar la pizarra o repartir los folios en clase, sentarle en primera fila, los exámenes orales, en vez de escritos o repetirle las indicaciones con mayor frecuencia que al resto de la clase, pueden hacerle la vida un poco más fácil a estos niños, según Juan Carballo, colaborador clínico del departamento de Psiquiatría de Clínica Universitaria de Navarra, quien recuerda que “los resultados de un ejercicio en un niño inatento, no se deben tanto a su dificultad de resolución sino a que se les olvida lo que les has pedido”.  En España, “una media de un alumno por clase padece está enfermedad” explicaJavier San Sebastián, jefe de la Unidad de Psiquiatría de niños y adolescentes del Hospital Ramón y Cajal y vicepresidente de la Asociación Internacional para el Estudio del TDAH. Para atajar el problema, algunos expertos apuestan por un doble tratamiento, cognitivo por un lado y farmacológico por otro. Una solución, en la que no todos los especialistas coinciden por “los numeroso efectos secundarios de la mediación y su dudosa efectividad”, explica Jorge Ferré Veciana, fundador del Instituto Médico del Desarrollo Infantil de Barcelona y autor del libro La otra cara de la hiperactividad.

Cómo atajar el problema

El primer paso para atajar el problema  “consiste en un tratamiento cognitivo conductual”, indica Ana Díaz Suárez, “que consiste en enseñarles el camino”. Para la presidenta de Anhipa, “el cerebro de estos niños funciona como si estuvieran en las nubes” y para que bajen, hay que quitarles privilegios, razonarles mucho, enseñarles a responder cuando les toca y a compartir el material. Pero “el niño tiene que poner de su parte”, aclara Ana Díaz Suárez, que defiende que se debe explicar a los que sufren este problema que la medicación ayuda, pero que no es suficiente. “Los medicamentos son como unas gafas o una muleta, que ayudan a ver o a caminar, pero que no te arreglan ni la vista, ni las piernas”, añade.

El medicamento  farmacológico que algunos expertos recomiendan, –pero con defensores y detractores– consiste en un fármaco conocido como metilfenidato, que se encarga de reducir los síntomas básicos derivados del trastorno, como la inatención, la sobreactividad motora y la impulsividad, que debe utilizarse durante años y cuya finalidad es la de “estimular las neuronas”, según la presidenta de Anhipa.

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