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El Blog de la Hiperactividad

ALBERTO FERNANDEZ JAEN en MEXICO

ALBERTO FERNANDEZ JAEN en MEXICO

Omnia. Niños con TDH

El niño se levanta del pupitre y el profesor le dice que se siente. Poco después lo encuentra otra vez de pie y hablando con otro compañerito. El maestro de hoy ha vivido esta escena cientos de veces. Antes, el niño travieso se mandaba a la Dirección. En la actualidad a ese tipo de niño se le hace una pregunta: “Pablo, ¿te tomaste tu Ritalín?” (el fármaco para niños con problemas de atención).

Por: Redacción-Vanguardia
15-Mayo-2008 (11:23 a.m.)

Son niños hiperactivos. Y mientras unos especialistas recomiendan que se les trate con medicamentos, otros aseguran que la solución al problema está en la crianza —en el hogar, pues. “El trastorno de hiperactividad” (TDH), solo o combinado con “déficit de atención”, está cada vez más presente en la consulta médica. “Pero se ha banalizado”, afirma Alberto Fernández-Jaén, neuropediatra de una clínica de la Ciudad de México.

Lo paradójico es que el síndrome convive con un infradiagnóstico brutal, ya que sólo el 10 por ciento de los niños que lo padecen son diagnosticados. Y el diagnóstico tiende a hacerse tarde, al final de la primaria o en la explosión de la adolescencia, cuando el fracaso escolar ha hecho su aparición y la autoestima se tambalea.

Ruta de la disfunción
Los adultos también padecen el TDH, pero no lo manifiestan de una manera tan evidente como los infantes (afecta a cerca del 6 por ciento de la población infantil).

Hace unas décadas, los casos leves merecían la etiqueta de “traviesos”, “buscapleitos” o “torpes”. Hoy se han convertido en un problema recurrente en las consultas al psiquiatra.

Pero no todo niño inquieto sufre hiperactividad. Y muchos de los niños diagnosticados con el problema no reciben medicación, porque sus padres se resisten a darles el Ritalín. O bien, se lo dan los días de escuela, pero lo eliminan en los fines de semanas y durante las vacaciones. Según el neurólogo Fernández-Jaén, si el Ritalín ayuda al pequeño a estar mejor en su entorno escolar y social, debería tomar el medicamento. “Los niños no tienen por qué superar sus problemas solos. Además, el tratamiento farmacológico no tiene por qué ser eterno; “tras dos o tres años, el 80 por ciento de los infantes, deja de necesitar el fármaco”.

El Ritalin o metilfenidato, no es un fármaco para “amansar” a los niños, sino para ayudarles a centrar su atención y a controlar su impulsividad.

El metilfenidato es un derivado anfetamínico que incrementa la disponibilidad de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la concentración y el aprendizaje.

Los expertos han observado que las bebidas de cola y el café, no potencian en los niños hiperactivos la excitabilidad, sino la concentración. O sea que, sin excesos, la cafeína podría ser considerada como una ayuda ocasional para el problema.

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